El cine romántico ha ido evolucionando con el paso de los años, en algunos casos degenerando en comedias tontas y en otros mejorando y adecuándose a los tiempos cambiantes. Y precisamente este clásico tiene un poco de todo, y todo bueno, como son personajes tridimensionales decididos y llenos de fortaleza, sobre todo su protagonista femenina, algo realmente moderno tratándose de los años cincuenta. También goza de la inocencia y el buen hacer de las producciones del ocaso de la época dorada de Hollywood, con una historia directa, fácil de entender y que trasciende. Claro, lograr todo esto con Cary Grant y Deborah Kerr no era muy complicado, ya que rebosan química en pantalla y su talento es innato e incuestionable. El resultado es un drama cargado de romanticismo como pocos, con diálogos inteligentes, momentos cómicos pero también conmovedores, escenas icónicas y con un guion que a día de hoy sigue vigente y que se podría adaptar tal cual sin que, en principio, nadie se ofendiera.
Mi puntuación: 8/10
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