Comedia del todo irreverente y, aun más, políticamente muy incorrecta. No lo es por valentía ante la corrección impuesta si no por el año de su rodaje, 1967, cuando se podía ser transgresor sin pagarlo en las redes sociales o en los juzgados. Y es que a Mel Brooks nunca le ha faltado la socarronería ni la guasa descacharrante, a las pruebas nos remitimos. Meter en el mismo saco a unos embaucadores "estafabuelas", a Hitler y la comedia musical en un batiburrillo absurdo e hilarante solo se le podía ocurrir, y se le podía permitir, al judío neoyorquino. Gene Wilder y Zero Mostel son los trúhanes y los cómplices involuntarios otros cómicos de la época (Dick Shawn, Kenneth Mars, etc) en una pantomima no apta para todos los paladares, hay que reconocerlo, pero que a pesar de todo se ha convertido en un referente y un clásico del cine. Tenemos claro que tarde o temprano la acabarán censurando o proscribiendo, así que véanla mientras puedan.
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