Los aliados avanzan por todos los frentes, el fin del III Reich es inevitable y la derrota es total. El Régimen nazi llama a filas a todo aquel capaz de empuñar un arma, incluso a adolescentes de quince y dieciséis años, como esos estudiantes que pasan sin solución de continuidad de los libros y las bicicletas a los fusiles y las ametralladoras. Se les asigna la defensa del puente de su pueblo, carente, en apariencia, de importancia estratégica relevante y que va a ser volado. Son siete jóvenes incautos, enardecidos por la propaganda y dispuestos a cumplir con un deber que no les corresponde ni por edad ni por instrucción militar.
Un drama costumbrista en tiempos de guerra que se torna en tragedia bélica de brío y dureza inusitados, más aun si somos conscientes de que son hechos verídicos, que algo así sucedió realmente en aquella Alemania invadida y casi devastada hasta los cimientos. Producción, dirección, guion e interpretación, todo por los mismos alemanes a los que todavía no les habían cicatrizado del todo las heridas de la guerra, de la derrota y del nazismo. Más valor, por ello, el testimonio directo de los que sufrieron y seguían sufriendo las consecuencias de todo ello en 1959, el año en el que la cinta llegó a las pantallas. La Patria y el Honor, ideales carentes de valor cuando eres prácticamente un niño, el desperdicio inútil de vidas jóvenes por una causa perdida convertida en un absurdo
Puntuación @tomgut65: 7/10
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