El tiempo no ha sido benévolo con la película de Tod Browning, mantiene el aura mítica, continúa siendo imprescindible para entender la evolución del género por su influencia en el imaginario del vampiro cinematográfico, pero vista hoy y aun teniendo en cuenta el momento en el que se rodó, 1931, da muestras claras de acartonamiento, de hallarse caducada en lo estético y lo narrativo, superada por otros enfoques del personaje. Superior ya era sin duda el Nosferatu de Murnau y de mayor empaque popular las diversas entregas del chupasangre de Terence Fisher en la Hammer a partir del 1958, por citar dos ejemplos paradigmáticos. De todas formas, no cabe desdeñar la redicha interpretación de Bela Lugosi o la dirección amanerada en forma y manera de Browning porque el valor como obra esencial está incólume y merece el respeto y el reconocimiento como tal. Otro monstruo imprescindible de la imprescindible Universal Pictures.
Puntuación @tomgut65: 7/10
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