Los años, o mejor dicho las décadas, no pasan en balde, y esta película es un claro ejemplo de ello, cuyo insalvable guion goza de poca coherencia narrativa y está cargado de múltiples prejuicios de los años sesenta que es mejor obviar para disfrutarla. De este modo, lo mejor con creces son los diferentes gags que protagoniza uno de los mejores humoristas de la historia, quien hace uso de su talento facial y corporal para deslumbrar en esta comedia que funciona mejor cuando deja de lado los enredos y se centra en las peripecias físicas de su protagonista. Humor blanco e inocente ideal para pasar el rato y rememorar tiempos sencillos aunque retrógrados.
Mi puntuación: 6/10
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