Cinco años después de su versión de Asesinato en el Orient Express, Kenneth Branagh se pone tras las cámaras como director, y delante de ellas de nuevo como el inspector Poirot, para adaptar otra famosa novela de Agatha Christie. La puesta en escena, excesivamente digital pero impecable, y un reparto de aúpa, sirven como eficaz acompañamiento de lo importante, la trama de busca y captura del asesino que resulta sumamente divertida, mérito de la escritora original claro, y que se ha adaptado con cambios sutiles en razas y géneros a los tiempos que corren. Está claro que podría ser mejor y menos artificial, pero aún así se liquida fácilmente y es ideal para matar el aburrimiento, y a quien se ponga por delante.
Mi puntuación: 6/10
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