La excusa argumental son unos reencarnados que recuerdan todas sus vidas anteriores, pero el resultado es un aparatoso y fugaz artificio de acción con interludios cargados de metafísica existencial de andar por casa y zarandajas sobre el destino. Eso si, lujo y opulencia a espuertas con Mark Wahlberg dando saltos y tiros a diestro y siniestro mientras los malos pretenden cargarse el mundo por vete a saber qué. De la nada a la nadería en una producción que apuntaba directamente a los bolsillos palomiteros y que el COVID-19 relegó a las plataformas streaming. No habrá reencarnación ni destino que eviten su condena al olvido.
Puntuación @tomgut65: 3/10
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