Durante la primera temporada de esta serie inglesa el humor se fue perdiendo paulatinamente hasta convertirse en un drama familiar de tomo y lomo con un desenlace que rozaba la tragedia. En la segunda entrega la parte cómica, salvo en momentos muy puntuales, brilla por su ausencia, y las extremas personalidades de los cuatro miembros de esta particular familia chocan continuamente para llevarnos por unos derroteros que pretenden reflejar la realidad cotidiana y que culmina de manera similar a su antecesora, dejándonos de nuevo con un cliffhanger para cuya resolución habrá que esperar hasta la próxima primavera.
En cuanto al reparto, debido a un salto de cinco años ficticios, ha habido un cambio de caras en la pareja de vástagos, y la verdad es que cumplen con creces con unas actuaciones naturales que no resultan cargantes, en concordancia con las de sus padres que siguen en la misma eficaz línea que habían llevado hasta el momento. De este modo, y ya siendo conscientes del tipo de serie a la que nos enfrentábamos, hemos podido apreciarla y valorarla como el drama realista que es, sin duda el mejor enfoque para no llevarse sorpresas y poder disfrutarla como es debido.
Mi puntuación: 6/10
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