Entre 1993 y 2005 la guerra azotó Burundi, y a través de los ojos de un niño de doce años esta película nos muestra como se desató y de que manera le afectó a él y a sus allegados, todo ello enmarcado en la acomodada finca donde reside y su alrededores, y sin profundizar demasiado ni mostrar el conflicto en términos globales. Este distanciado enfoque hace que la historia, inspirada parcialmente en la propia experiencia del autor de la novela original, no caiga en la tragedia exacerbada ni busque la lágrima fácil, resultando igualmente impactante, tanto por lo que vemos como por lo que afortunadamente no nos muestran en pantalla. Una atinada mezcla de las aventuras y desventuras típicas de la infancia enmarcadas en un pesadillesco contexto en el que aún así hay cabida para un leve halo de esperanza.
Mi puntuación: 6/10
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