Este día tenía que llegar, y a pesar del descenso de calidad de las últimas temporadas, duele igualmente que la decimoquinta sea el cierre definitivo de las aventuras de los hermanos Winchester. En esta entrega hemos conducido a través de una carretera nostálgica que ha culminado en el ansiado enfrentamiento final contra el último enemigo todopoderoso que faltaba. Por el camino han ido apareciendo muchísimos secundarios esporádicos que fuimos conociendo a lo largo de la serie, y otros regulares como Rowena, Castiel o Jack que han tenido su particular y épica despedida. Como no podía ser de otro modo, en estos veinte episodios ha habido tiempo para bromas de todo tipo, trascendencia mística, situaciones límite y por supuesto, momentos emotivos que nos han puesto la piel de gallina.
Y lejos de darnos un único capítulo final, hemos tenido dos; el primero para concluir la trama de la temporada, a la altura de las altas expectativas generadas, y el segundo centrado totalmente en su dúo protagonista, condicionado eso sí por las limitaciones de rodaje derivadas de la pandemia, y con alguna decisión narrativa que no nos ha acabado de convencer. Aún sin ser perfecto, ha sido un desenlace digno, y coherente en forma y contenido con lo que está fantástica ficción nos ha estado ofreciendo durante quince años, y que en nuestro caso, ha estado presente en casi la mitad de nuestras vidas.
Sam y Dean no son conscientes de que con su marcha dejan un vacío muy difícil de rellenar. Por suerte, en los tiempos que corren hay gran cantidad de modos de rememorar sus hazañas, así que seguiremos viéndoles salvando gente y cazando monstruos en un negocio familiar que ya forma parte de nuestras vidas.
Mi puntuación Temporada final: 8/10
Mi puntuación Serie completa: 10/10
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