Dos años después del pelotazo de la primera entrega Jaume Balagueró y Paco Plaza decidieron volver a Rambla de Catalunya 34, esa escalera maldita donde la niña Medeiros hacía de las suyas con bomberos, vecinos y reporteros. El factor sorpresa había desaparecido por lo que la única intención era dar al respetable más de lo mismo y apretar la tuerca de lo que ya se intuía iba a ser una saga. La acción se sitúa en el mismo lapso temporal pero desde nuevos puntos de vista, y la cámara al hombro como marca de la casa era cosa obligada. Aún con mayor presupuesto y calidad de medios el resultado fue sensiblemente inferior al original pero, no obstante, siguieron los buenos momentos no aptos para cardíacos, hemoglobina a tutiplén y la aparición estelar de unos niñatos que son recibidos como se merecen por los cariñosos poseídos/infectados/zombis. Por aquí también hay quién sabe hacer buen género, queda patente.
Puntuación @tomgut65: 7/10
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