Octava entrega de la saga que tira más que nunca de la nostalgia para no solamente rememorar uno de sus combates más épicos, sino también para imitarlo con una estructura narrativa similar a la de "Rocky IV", pero con un toque más personal y un trasfondo dramático enfatizado con innecesarias tramas de relleno que poco aportan a lo que realmente importa, los guantazos. Está claro que ver de nuevo juntos a Stallone y Lundgren pone los pelos de punta, aunque tampoco se exprime demasiado este hecho ya que se decide contar la historia de un modo realista y trascendental, haciendo que te impliques con todos los personajes sin importar su bando, pero a costa de una diversión que flaquea en demasiados momentos. Rocky cede el testigo de su propia franquicia a Adonis en una despedida aceptable que debe innovar en futuras secuelas si pretende tener continuidad.
Mi puntuación: 5/10
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