Partiendo del corto de idéntico título, el mismo dúo de directores australianos, B. Howling y Y. Remke, desarrollan en un largo de cien minutos una idea inicial que resumian al principio en sólo siete. En estos 420 segundos se sobreentendía el advenimiento de un apocalipsis zombi, que ahora es mostrado en plenitud a través de los avatares por el desierto australiano de un padre infectado que intenta salvar a su hija, apenas un bebé. Producida por Netflix y protagonizada por un hierático Martin "Bilbo/Watson" Freeman, sin excesivos medios pero intentando ser alternativa a la vez que comercial, no alcanza un gran nivel dramático aunque sea fácil empatizar con la historia, lógicamente. Interesante pero olvidable, sin más.
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