La fuerza interpretativa de Cillian Murphy en el papel de atormentado hijo, la delicadeza y belleza innata de Jennifer Connelly haciendo de vehemente madre y una fascinante fotografía de un inerte paisaje helado, son los puntos fuertes de esta película que utiliza el presente y el pasado para mostrarnos la verdad de unos hechos envueltos en un halo de misticismo que al final sólo revela parcialmente sus cartas dejando que el espectador saque sus propias conclusiones. La incertidumbre, tanto argumental como en el comportamiento de los personajes, puede jugar en su contra provocando indiferencia, pero permite que nos cuenten un drama familiar al uso de un modo diferente y a la vez accesible para casi todo el mundo.
Mi puntuación: 7/10
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