Al Pacino se mete en la piel de Frank Serpico para ofrecernos una lección magistral de interpretación que unido a la sobria y eficaz dirección de Sidney Lumet consiguen uno de los mejores largometrajes de sus respectivas carreras. A pesar de que en la superficie nos narran los años más agitados en la vida de esta policía, el objetivo de trasfondo real es explicarnos como funcionan las cosas en un mundo lleno de hipocresía donde por desgracia las personas honestas tienen mucho que perder. Irónicamente la censura que sufrió la propia película nos privó de más de veinte minutos de metraje que hacen casi imposible poder disfrutar de ella como es debido en nuestro país.
Mi puntuación: 8/10
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