Una vez vista la original de 1977 de Wes Craven, hay que reconocer que este remake no tiene nada que envidiarle, superándola incluso en muchos aspectos técnicos y de coherencia, lo cual le quita algo de sucio realismo. Esta versión impacta mucho la primera vez que se ve, pero tras revisarla de nuevo, y superada la sorpresa inicial, la brutalidad y crudeza que impactaron hace años, ha perdido parte de su fuerza, lo cual no evita que suba el
bajísimo nivel de las películas de terror de la última década. Con unos
personajes bien definidos, acompañados de unas interpretaciones creíbles, si te
gusta la sangre, las deformidades más asquerosas y el sufrimiento atroz, no te
la puedes perder.
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