Última película en la que mítico Charlie Chaplin se ponía su característico traje, bastón y bombín para encarnar el personaje que tanta fama y reconocimiento le había otorgado, Charlot. Y la despedida no podía ser más a lo grande, con un compendio de las diferentes virtudes cómicas que lo llevaron al estrellato, enmarcadas dentro de una película que empieza como una sátira de los cambios tecnológicos de la sociedad pre Segunda Guerra Mundial, para ir tocando temas políticos, sociales, y en general vitales de toda índole, que preocupaban al ciudadano de a pie de la época. Para ello hace uso de una serie ininterrumpida de gags donde predomina el humor físico, y cuya conexión entre ellos es lo de menos, lo importante es transmitir una idea con ironía, y sobre todo, hacernos pasar un buen rato mientras nos hace reflexionar.
Mi puntuación: 7/10

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