Quien nos iba a decir hace veinte años que Santiago Segura se convertiría en el rey de las comedias familiares españolas a base de padres, trenes y ahora vacaciones. Y la fórmula que usa no tiene ninguna complicación, pero hay que saber ejecutarla para no caer en la reiteración y ser amena. En este caso la diversión no falla ni el ritmo decae en ningún momento, aunque se desarrolle según los cánones y sepamos como va a acabar, por el camino nos dejan gags de todo tipo, sobre todo enfocados para los más pequeños, siendo precisamente los actores más jóvenes quienes más destacan, eclipsando muchas veces a sus contrapartida adulta. En definitiva, cine sin pretensiones conscientes de su objetivo de hacer pasar un buen rato sin alardes ni artificios.
Mi puntuación: 5/10
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