The Walking Dead finalizó tras once temporadas y varios spin off convertida en una franquicia que habrá de durar mientras la rentabilidad comercial lo permita, por tanto, no es de extrañar que para aprovechar el tirón personajes principales de la serie original tengan su propia puerta de salida. La tanda se inicia con Maggie y Negan, dos protagonistas cuya historia particular es un conflicto de cariz personal y de largo recorrido, un tira y afloja entre ellos que siempre bordea un desenlace cruento. Unirlos en seis capítulos abre unas posibilidades dramáticas a priori interesantes y que son aprovechadas hasta cierto punto, al fin y al cabo, la pugna continuará en temporadas posteriores, todo parece indicarlo.
La miniserie se ubica en una Manhattan deshecha e invadida por los muertos y por bandas de supervivientes que luchan entre sí. Maggie y Negan han de unirse a su pesar por una misión de rescate en la intrincada isla neoyorquina. Aun más oscura física y moralmente, si cabe, que el serial principal, con los psicópatas de turno campando a sus anchas, es una inmersión mayor en el apocalipsis al hallarse la narración entre rascacielos en ruinas bajo un cielo cargado de nubes negras. Este clima opresivo enmarca adecuadamente las peripecias de ambos personajes, su enfrentamiento privado y el general con los grupos hostiles, sin grandes alharacas escenográficas, técnicas o de acción -la limitación presupuestaria obliga-, pero demostrando ser una buena secuela que los seguidores fieles de la franquicia sabrán apreciar. Veremos si las otras miniseries de la licencia anunciadas, las de Daryl, Rick y Michonne, mantienen como mínimo este nivel
Puntuación @tomgut65: 6/10
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