Parece que las cosa se ha puesto bastante más seria en el AFC Richmond, el equipo ficticio de fútbol que sirve como excusa para contar las andanzas de unos personajes que han perdido paulatinamente la refrescante vis cómica que nos encandiló en la primera temporada. Y es que su giro al drama empieza por la duración de unos capítulos que han pasado de rondar los treinta minutos para acabar superando los cuarenta en casi la mitad, con incluso un episodio especial un tanto extraño con el que es difícil conectar.
El objetivo de todo esto es humanizar a sus protagonistas, empezando por Ted y unos cuantos secundarios que han ganado minutos, idealizados en la anterior entrega donde casi todo eran flores y arco iris, y que ahora sacan a la luz su lado más sombrío. Esto aporta profundidad y da juego a la hora de contar historias, con algunos giros que le dan vidilla a una serie, que aún perdiendo parte de la gracia que la hacía especial, sigue manteniendo el suficiente encanto como para dar de sí unos cuantos años más.
Mi puntuación: 6/10
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