Singular y arriesgada propuesta que ha sacado adelante un grupo de estudiantes de la ESCAC y que consigue algo muy importante, no dejar indiferente. Con pocos diálogos y muchos balidos, subtitulados eso sí, durante sesenta inauditos minutos vemos como es la vida diaria de una persona/oveja, o viceversa, sin saber nada de cómo ha llegado a esa situación, aunque las respuestas acaban llegando, eso sí, en su justa medida y sin innecesarias explicaciones explícitas. Para llevar a cabo semejante atrevimiento hacía falta un actor con el mismo valor, y con mucho talento como Nao Albert, que sin mediar palabra consigue erizarnos y meternos en la piel de su ovino personaje en un largometraje no apto para públicos convencionales pero indispensable para quienes busquen algo distinto y rebosante de identidad propia.
Mi puntuación: 8/10
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