Tarantino vendió el guion de esta película para pagarse Reservoir Dogs, y si bien el resultado es menos explosivo de lo que podría haber sido en manos de Quentin, no es para nada desdeñable, ya que el estilo mitad épico, mitad trascendental característico de su director Tony Scott, centrado más en la acción y en los aspectos visuales que en los propios personajes, se acopla sin problemas con una historia en la que pasa de todo a todo el mundo. Sorprende además ver un reparto tan espectacular encabezado por Slater y Arquette, quienes acaban eclipsados en muchas ocasiones por actores en papeles de mayor o menor relevancia de la talla de Oldman, Hopper, Walken, Brad Pitt, Gandolfini, Sizemore, Pinchot, L. Jackson o Chris Penn, gozando cada uno de su momento de gloria, mérito de lo mejor de la cinta, unos verborreicos diálogos marca de la casa. Un alocado thriller sobre el amor irrazonable e incondicional que no deja ningún margen para el bostezo.
Mi puntuación: 7/10
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