Las ausencias de Pablo Escobar, y en menor medida del agente Murphy, quienes protagonizaron las dos primeras temporadas, se han intentado suplir otorgando mayor protagonismo a Javier Peña, y fichando a Miguel Ángel Silvestre, Javier Cámara y Alberto Ammann, todo un aliciente para los espectadores españoles. Aún así no han evitado que el interés por la serie decaiga, y eso que mantiene la excelente calidad en su puesta en escena, pero el carisma de los nuevos personajes es escaso, salvando solamente el interpretado por Matías Varela, quien se convierte en lo mejor de esta tercera entrega.
Todo este vaivén de nombres ha hecho que la trama resultara un tanto difusa, sin tener muy claro el papel de cada uno ni que querían contarnos hasta bien pasado el ecuador de esta temporada de diez capítulos que ha abusado en exceso del juego del ratón y el gato con los diferentes capos del Cartel de Cali. Aún así el ritmo no ha decaído en ningún momento, convirtiéndose en un cierre más que aceptable de la vertiente colombiana del narcotráfico, antes de la siguiente entrega que retrocederá en el tiempo para adentrarnos en los rincones más oscuros de los cárteles de México.
Todo este vaivén de nombres ha hecho que la trama resultara un tanto difusa, sin tener muy claro el papel de cada uno ni que querían contarnos hasta bien pasado el ecuador de esta temporada de diez capítulos que ha abusado en exceso del juego del ratón y el gato con los diferentes capos del Cartel de Cali. Aún así el ritmo no ha decaído en ningún momento, convirtiéndose en un cierre más que aceptable de la vertiente colombiana del narcotráfico, antes de la siguiente entrega que retrocederá en el tiempo para adentrarnos en los rincones más oscuros de los cárteles de México.
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