Reunir a dos carismáticas estrellas, Brad Pitt y Marion Cotillard, bajo la batuta del siempre efectivo Zemeckis es garantía de solidez artística y buenas perspectivas de taquilla. Y las previsiones se cumplen. Poco falla en este thriller de espionaje situado en la Segunda Guerra Mundial, en el que el leiv-motiv romántico se mezcla con la intriga bélica sin caer en el melodrama fácil o en el abuso del despliegue infográfico para rellenar lagunas argumentales. No es menos cierto que le falta cuerpo dramático y algo de músculo en la dirección, pero la actriz francesa despliega su talento lo suficiente como para compensar esas deficiencias.
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