Aunque no lo parezca, al estar rodado en formato Super-8 y 16mm, estamos ante un falso documental de una técnica cinematográfica sorprendente y con una elaborada puesta en escena que embelesa y descoloca al espectador. Además. al ser en muda y en blanco y negro, es más fácil trasladarse a los años treinta donde se sitúa la acción y sumergirse en su ambientación retro con un trasfondo, por momentos satírico, y de cuento de hadas en otros, pero siempre manteniendo un tono serio y formal que le otorga gran realismo en apenas una hora de duración. Cine diferente difícil de encontrar hoy en día enfocado para un tipo de público muy concreto.
Mi puntuación: 6/10
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