Jim Carrey desatado y en estado puro. Esto es lo que ofrece esta comedia carente de todo sentido, hecha para el lucimiento del actor, quien hace alarde de todo su repertorio de muecas y gestos, que tanto odian sus más firmes detractores, para intentar hacer reír. Y en mi caso vaya si lo consigue. En apenas ochenta minutos, tomas falsas incluidas, esta película siempre me ha provocado un carcajeo continuo en lo que podría considerar un placer culpable, ya que soy consciente de estar ante un guión absurdo con situaciones ridículas y lleno de tópicos, todo lo cual sirve para que disfrute aún más, y sin complejos, de un largometraje capaz de alegrarme una fría y gris tarde de invierno.
Mi puntuación: 8/10
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