Cine negro con mayúsculas es lo que nos ofrece esta maravillosa película en la que Humphrey Bogart y Lauren Bacall hacen gala de la arrebatadora química que desprendían dentro y fuera de pantalla. Su argumento, cuanto menos rebuscado, hace que desde que empieza hasta que acaba no puedas despistarte un solo momento con una sucesión de personajes y asesinatos que aumentan exponencialmente la incesante intriga. El alarde de interpretaciones, dirección o su magnífica fotografía y banda sonora hacen que al final poco importe la solución al misterio que hemos perseguido durante dos horas dejando la puerta abierta a otro más importante, ¿por qué ya no se hacen películas como ésta?
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