El mejor ejemplo, casi de forma unánime entre público y crítica, de que segundas partes pueden ser buenas, e incluso mejores. Cogiendo una estructura parecida a la primera, pero llevándola a un nivel superior, asistimos a un espectáculo en el que la ciencia ficción se vuelve épica y la acción espectacular y trepidante. Pero no sólo eso, los actores se fusionan a la perfección con unos personajes que cobran vida y que gozan de un trasfondo magistralmente desarrollado, con un Schwarzenegger que trasciende su papel de impasible cyborg para conmovernos en numerosas escenas. Y si además la disfrutas por primera vez con la edad de John Connor y te imaginas teniendo tu propio terminator, la consecuencia es un amor eterno por esta película donde la palabra "volveré" cobra todo su sentido la vigésima vez que la ves.
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