En manos de otro realizador este thriller de terrorismo cibernético sería un auténtico despropósito ya que su rebuscada trama da vueltas sobre lo mismo con varias lagunas en un guión extremadamente convencional y alargado. Pero con Michael Mann al mando aplicando su habitual atmósfera y trascendental estilo de dirección, la película adquiere un carácter que la aleja de productos similares esmerándose en mostrar de un modo realista como trabajan los hackers. Si Hemsworth no luciera su pecho desnudo continuamente, le quitaran veinte minutos de metraje y hubieran refinado algo más el argumento, el resultado sería mucho más satisfactorio.
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