El cine y la televisión han explorado la clonación con más o menos acierto, incluso en tono cómico como el caso que nos ocupa, aunque esta vez de un modo más irónico, realista, dentro de lo que cabe, y sobre todo bastante existencial. Irónico porque sus dos protagonistas, y el actor que los interpreta, se presta a ello, ofreciendo una faceta habitual suya que ya tiene por la mano y que como de costumbre funciona a la perfección, aunque con nuevos matices para no ser el Paul Rudd de siempre. Realista porque pese a la fantasiosa premisa planteada, y la nula base científica que tiene, el comportamiento de los implicados ante tan disparatada situación es al menos coherente e incluso creíble.
Y finalmente la parte más importante en la que se ahonda con el paso de los ocho capítulos que componen esta primera temporada, la duda existencial sobre cómo son y en qué se convierten las personas con el paso del tiempo. Un tema bien desarrollado y cercano, que junto a los continuos y moderados giros de guión que van introduciendo, sirven para entretenernos con facilidad, dando cabida a un mínimo de reflexión y con los ingredientes necesarios para que sigamos interesados en ver nuevos episodios en el futuro.
Mi puntuación: 6/10
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