Tras más de dos años de combates la Guerra de Secesión norteamericana tuvo un punto de inflexión en la batalla de Gettysburg librada entre el 1 y el tres de julio de 1863. Fue el mayor enfrentamiento a campo abierto entre el ejército federal y el confederal que marcó decisivamente el curso de dicho conflicto civil. Ronald Maxwell, un director con un anterior bagaje profesional poco destacable, se propuso la tarea ingente de recrear ese hecho histórico con el mayor rigor posible. Y en 1993 llegó a las pantallas una película de 250 minutos, nada menos, con una ambientación minuciosa de armas y vestuario y, por supuesto, en la sucesión de acontecimientos que se dieron en aquellos tres días de batalla.
La cinta tiene un brío dramático innegable, entre multitud de personajes destacan los generales y oficiales de ambos bandos que tomaron las decisiones tácticas y estratégicas sobre el terreno -actores como Martin Sheen, Jeff Daniels, Tom Berenger, entre otras caras conocidas, los interpretan-, pero lo mejor y de mayor impacto son las secuencias bélicas: las cargas suicidas de las tropas frente a docenas de cañones y miles de fusiles, los enfrentamientos directos cuerpo a cuerpo con bayonetas y el valor heroico de los soldados de uno y otro bando en una guerra entre compatriotas. Si algo maneja bien el cine americano es la épica sobre su propia historia, y épica en abundancia es lo que ofrece una producción que no juzga ni toma partido, solo expone desde una perspectiva netamente patriótica; esto los estadounidenses siempre lo tienen muy claro. Diez años después Ronald Maxwell insistiría en la Guerra Civil Americana con "Dioses y Generales" (2003). Hablaremos sobre ella en otra ocasión.
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