El único vínculo con el largometraje homónimo que el propio Guy Ritchie dirigió cuatro años atrás es la idea que motiva ambas producciones: los trapicheos que pueden surgir entre mafiosos y aristócratas ingleses. Más allá de eso no comparte ni personajes, reparto o historia, por lo que si no has visto la película no es necesario que lo hagas, aunque si recomendable si quieres pasar un buen rato. Aclarado esto, estamos ante una serie que usa y abusa del vertiginoso estilo de su realizador, aunque cabe decir que pierde fuelle con el paso de los capítulos, ya que los primeros son una auténtica locura, para poco a poco centrarse conforme desarrollar sus hilos narrativos para alcanzar el objetivo final.
Por el camino se olvida de algunos personajes para centrarse en otros, y es que el vaivén de nombres es continuo, pero al ser todos tan característicos y estrafalarios no cuesta demasiado seguirles la pista. Además, los principales gozan de un carisma y una desparpajo que hace imposible que te caigan mal por muchas perrerías que hagan. Porque aquí no hay buenos ni malos, solo malos y peores, y a lo largo de los ocho episodios que componen esta primera entrega presenciaremos todo tipo de estratagemas para pisotearse unos y otros, con tramas auto conclusivas en cada capítulo, pero todas con su razón e importancia de ser de cara a un desenlace que podría cerrar la serie pero que seguramente sirva para una nueva temporada, ya sea en forma de secuela o precuela.
Mi puntuación: 7/10
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