El zombi originario, no el de Romero o posteriores versiones, si no el haitiano, el de la persona resucitada y hechizada por el vudú para trabajar como esclavo. Esta es la base sobre la que se sustenta una historia estructurada en dos tiempos, 1962 y el actual, y en la que ese misterio atávico va más allá de la superstición para fundirse con la cultura tradicional y la religión. El mensaje subyacente de esta obra, y habrá más de uno dependiendo de la visión de cada espectador, se asoma con evidencia, la dominación por la magia de otros seres humanos no es muy distinta a la zombificación actual, a la despersonalización y a la pérdida del raciocinio individual impuesta por los controladores de la brujería tecnificada predominante. Estupenda película, sobrepasa el terror para ponernos a todos ante un espejo, y eso si que da miedo.
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