O mejor dicho, historia del final de un matrimonio, ya que nada más empezar la película nos embarcamos en un viaje de sentimientos encontrados donde los deseos y miedos de su pareja protagonista van saliendo a la luz con la fuerza y la naturalidad necesarias para empapar y conmover al espectador. El mérito de convertir un argumento lacrimoso de telefilme, con abogados de por medio, en un largometraje de mayor empaque emocional es de Adam Driver y Scarlett Johansson en unos de los mejores papeles de sus respectivas carreras. Ellos logran hacer cercanos unos personajes, con los que de inicio cuesta empatizar por su elitista contexto social y situación laboral, pero a base de grandes interpretaciones y situaciones cotidianas, donde derrochan amor, odio, ira y pena de un modo desgarradoramente creíble, consiguen ablandar los corazones del público y de los críticos más despiadados.
Mi puntuación: 7/10
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