No fueron veintiocho si no doscientas sesenta las semanas -cinco años para los que somos de letras- las que pasaron hasta la llegada de la secuela de “28 días después”, esa película apocalíptica que tanto impacto había causado en el dos mil dos. El encargo quedó en manos de Juan Carlos Fresnadillo y el cineasta canario elaboró un producto perfecto desde el punto de vista técnico, que honra al precedente con momentos de acción y tensión muy disfrutables. En todo eso nada que objetar, el problema surge si durante el visionado nos vienen a la mente algunas lagunas e incoherencias argumentales, deben ser aceptadas sin rechistar o estropean la sesión. Dos ejemplos: ese personaje más inteligente infectado que sano, o las supuestamente estrictas medidas de seguridad y/o contención que cualquiera puede sortear fácilmente. Pues eso, significativamente inferior al original sin desmerecerlo, ojalá todas las secuelas tuvieran como mínimo ese nivel. Un consejo: véanla sin darle vueltas, a veces eso de pensar está sobrevalorado.
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