Alcanzar la vejez con problemas de salud es un miedo intrínseco del ser humano que esta producción neozelandesa lleva aún más lejos añadiendo un sádico que atormenta a sus compañeros de la tercera edad. Sin ser cine fantástico, este drama consigue igualmente aterrorizar haciendo uso de elementos cotidianos, y sobre todo, explotando la vulnerabilidad de sus víctimas, logrando que la impotencia y la rabia que presenciamos traspase la pantalla para empatizar con unos ancianos vulnerables, física y mentalmente. Cabe decir que el trasfondo de sus personajes no está demasiado desarrollado, centrándose más la historia en el cómo que en el porqué, y en mayor medida, en exprimir al máximo el talento de su magnífico dúo protagonista/antagonista.
Mi puntuación: 7/10
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