Una típica familia americana adopta sin quererlo ni beberlo un perro San Bernardo. Sus travesuras y el intento de un malote estilo Cruella de Vil de robarlo, resume el total del argumento de esta largometraje, cuya simpleza es a la vez su mayor defecto y virtud. Ampliando esta sentencia, lo malo de ser tan sencilla es que al tener tan poco que contar cae en la reiteración rápidamente, con actuaciones ejecutadas de manera exagerada y sin la más mínima sorpresa narrativa. Lo bueno es, que si conservas la ingenuidad de un niño, algo que hoy en día hasta muchos menores de seis años ya han perdido, te reirás de las gamberradas de su achuchable "perrete", también de las caras de sus sobreactuados personajes que las sufren, y el humor blanco, casi transparente que la caracteriza, es una garantía de que nadie acabará traumatizado.
Mi puntuación: 5/10
Mini crítica de "Beethoven 2: la familia crece".
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