Las comedias de acción son algo que se le da muy bien al director británico Matthew Vaughn, como ha demostrado con la saga Kingsman, y que sigue explotando en este largometraje. De nuevo tenemos un thriller de espionaje cargado de escenas rocambolescas de tiroteos y peleas con un buen número de personajes estrafalarios. Una fórmula, que si a estas alturas ya no estuviera tan manida, podría llegar a sorprender, y que si no se alargara más allá de las dos horas conseguiría entretener mucho más de lo que lo hace. Y eso que la sucesión de acontecimientos es incesante, y hay un buen número de giros de guion para impactar al personal, pero al final todo resulta tan familiar, que lo imprevisible se ve venir, y el remanente que deja cuando acaba se diluye en nuestra memoria a los pocos minutos.
Mi puntuación: 5/10
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