Un criminal reformado al que no dejan tranquilo siempre es un buen punto de partida para cualquier thriller que se precie, y en este caso todo se desarrolla según los previsto, pero la gracia no está en el qué, si no el cómo, y ahí es donde radica su encanto. La formalidad y la sequedad a la hora de contarnos esta historia de redención, con momentos puntuales de acción intercalados entre la parsimonia de los acontecimientos, le otorgan a la película un estimulante halo de trascendencia, con personajes, empezando por su protagonista, que rebosan seriedad en contraposición a otros un tanto histriónicos. Un conjunto de factores que, sin marcar la diferencia dentro del género, sí hacen de este largometraje coreano un entretenimiento más que recomendable.
Mi puntuación: 6/10
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