El atractivo principal de esta película, en el sentido más amplio de la palabra, es sin duda un arrebatador, interpretativa y físicamente Sean Connery, liderando un grupo de granujas para ejecutar un robo, de manera menos magistral de lo que pretenden hacernos creer, pero de un modo divertido, bastante picante y sobre todo, con muchísima clase y templanza británica. A los mandos de la locomotora, adaptando su propia novela, tenemos a Michael Crichton, quien no derrocha demasiado estilo ni personalidad tras las cámaras, dejando en manos de su reparto los mejores momentos de un largometraje que se limita a ir sobre los raíles de la convencionalidad para llegar sin sobresaltos a una impecable estación cinematográfica.
Mi puntuación: 6/10
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