Jason Voorhees, Michael Myers, Ghostface, Leatherface, incluso Norman Bates se pasean por esta modesta cinta "slasher" con la máscara de un tal "John" y con las mismas ansias destripadoras. No hay demasiada sangre, no hay demasiado miedo, no hay demasiada imaginación, pero si hay demasiada sumisión a todas las reglas del subgénero, incluido ese final que todo el mundo espera y que cientos de guionistas, directores y productores repiten una y otra vez. Quizá unos ojos poco curtidos en las artes del psychokiller cinematográfico sientan cierta inquietud ante el padecimiento de una feliz familia americana, pero nosotros estamos un poco curados de espantos como para levantar si quiera una ceja.
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