Cuarta adaptación del popular texto religioso, esta vez con un enfoque más realista en lo que cuenta y en el modo de hacerlo, pero sin dejar de lado lo divino y el espectáculo. El reparto está lleno de nombres conocidos que apenas tienen relevancia ya que todo el protagonismo recae en Christian Bale, quien cumple como de costumbre, en contraposición a un torpemente interpretado faraón Ramsés. La impecable dirección de Ridley Scott no compensa un guión lleno de altibajos, cuyo inicio y final se antojan precipitados y vacíos, y que evidencian numerosos cortes de montaje. Una puesta al día del mítico relato que no profundiza en temas relevantes para centrarse en entretener, lo cual consigue con creces.
Mi puntuación: 5/10
Mi puntuación: 5/10
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