domingo, 19 de enero de 2020

Sinuhé, el egipcio

Algo en esta superproducción hollywoodense de 1954 no acabó de funcionar del todo bien. Se había logrado reunir un atractivo número de talentos, ¿qué podía salir mal?: la dirección del gran Michael Curtiz, una banda sonora en las manos de los incontestables Bernard Herrman y Alfred Newman, destacados nombres en los papeles secundarios (Gene Tierney, Jean Simmons, Victor Mature, Peter Ustinov) y una escenografía de primer orden. No obstante, el resultado es una película que pretende ser épica pero que bordea el kitsch en demasía, además de meterse en camisas de once varas al pretender equivalencias entre el culto monoteísta a Atón y el cristianismo.

Por si esto fuera poco, el actor protagonista Edmund Purdom no daba la talla ni como estrella ni como intérprete. Demasiada grandilocuencia y exceso de dramatismo facilón, en definitiva. De todos modos no vamos a menospreciar sus virtudes, que las tiene, como cualquier obra propia de los mejores tiempos del cine clásico norteamericano. Instamos a descubrirlas al público que desconoce esa etapa, aunque nuestra principal recomendación es acercarse primero al magnífico libro de Mika Waltari en el que se basa la cinta.

Puntuación @tomgut65: 5/10




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