Veintiuna películas a lo largo de doce años han hecho falta para llegar a este punto donde todo cobra sentido, encajando como anillo al dedo, o mejor dicho, como guantelete en la mano. Si Vengadores: Infinity War puso las expectativas por las nubes, esta segunda parte de la aventura final todavía las tenía más altas, y de nuevo las ha superado con creces.
Y no creáis que Endgame, por ser una continuación directa de Infinity War, nos ofrece más de lo mismo, todo lo contrario, la anterior era un espectáculo puro y duro que durante dos horas y media nos ofrecía un entretenimiento frenético, y en este caso el tiempo también pasa volando, pero tirando de emotividad y épica de las que erizan la piel, algo que está presente desde el primer al último de los ciento ochenta y un minutos que dura, además de las esperadas hostias como panes que nunca pueden faltar.
Esta vez no todos los superhéroes gozan del mismo protagonismo por razones obvias, pero la gran cantidad de personajes que aparecen tienen un papel fundamental para conseguir el objetivo que persiguen, demostrando que es necesario estar unidos para vencer. De este modo, el trabajo de tantos años desarrollando el trasfondo personal y el carácter genuino de sus protagonistas se desata en este desenlace que se viste de autohomenaje, tanto para el espectador como para el propio reparto, llegando a un punto en el que es difícil contener las lágrimas al presenciar acontecimientos demoledores unidos a la certeza de que se acaba una etapa dorada y única en la historia del cine.
Mi puntuación: 10/10
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