Quienes adoren al realizador Wes Anderson van a tener una sobredosis de su estilo visual, narrativo con su habitual elenco de infarto, y es que el trabajo de dirección de actores es impecable, la historia está llena de matices, giros, diálogos ingeniosos y frases rebuscadas y técnicamente deslumbra con su fotografía y banda sonora. El problema es que hay tantísimo de todo que acaba abrumando, sobre todo por su verborrea ininterrumpida durante ciento y pico minutos que te bombardea mientras tus ojipláticos ojos intentan asimilar tanto color y simetría. Eso sí, no se puede negar el ingenio para lograr semejante hazaña, ahora bien, disfrutarla y asimilarla en su totalidad es una misión harto compleja.
Mi puntuación: 6/10
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