Jean-Luc Godard inauguró con "À bout de souffle" (1960) el método Nueva Ola para un año después, en su tercera película, reincidir cambiando el molde a transformar, pasa de un drama policíaco a una comedia musical con la que se había convertido ya en su musa y posterior esposa, la bella actriz danesa Anna Karina. Las reglas seguían siendo las mismas: nada de corsés narrativos o técnicos, es decir, sin reglas, aunque remita directamente a un género entonces tan popular como pautado. Una propuesta audaz y atrevida -algunos desnudos femeninos corroboraban la fama libertina del cine francés en aquellos años- en una historia a la contra de la moral vigente, otra norma subvertida, y con varias bromas autorreferenciales que no evitan el tono irregular que desprende. Siendo para un público minoritario, el atractivo se halla en su carácter reformador y heterodoxo.
Puntuación @tomgut65: 6/10
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