Monopolizados los últimos años por Marvel con un éxito rotundo, los hermanos Russo fichan por otra mega compañía como Netflix para dirigir la adaptación de una novela de espías, que al menos cinematográficamente no aporta nada nuevo en contenido ni en forma, y en diversión se salva por los pelos. Ni poniendo al Capitán América como un capullo o a Ryan Gosling en plan James Bond se logra provocar un interés mínimo por una trama conspiratoria que se desarrolla sobre unos raíles tan marcados y previsibles que el único aliciente son las elaboradas coreografías de peleas y una estética fruto de un presupuesto ilimitado. Entretenidilla pero prescindible.
Mi puntuación: 3/10
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