Lo que a priori podría parecer una comedia por su planteamiento inicial, es un drama de dimensiones considerables donde el personaje interpretado de forma plausible por Mario Casas extrapola su lucha interna al sistema judicial español. Con el paso de los minutos este tira y afloja que focaliza la trama se va convirtiendo en una tortura para quienes le rodean, con momentos más o menos cómicos de por medio, y otros un tanto surrealistas. Si bien la idea es curiosa a la par que llamativa, el escaso contexto que tenemos de su protagonista, cuyas circunstancias solo conocemos por flashbacks muy concretos y frases sueltas, hacen que no empaticemos con él tanto como cabría esperar, dejando en el limbo distintos temas que seguramente la novela original aborde con mayor profundidad, y eso sí, llevándonos hasta un desenlace que quieras o no, te pondrá la piel de gallina.
Mi puntuación: 5/10






