Dieciséis capítulos, la mayoría de ellos intrascendentes, componen esta noventa temporada de una serie que remonta mínimamente gracias a un nuevo y peligroso enemigo con un punto diferente, y a varias sorpresas obligadas por temas contractuales del reparto. Aún así, sigue habiendo mucho relleno con poca chicha, y como de costumbre, no es hasta después de la mid-season que la trama empieza a ponerse interesante y los guionistas arriesgan para hacernos levantar al menos una ceja.
Culpa de esto la tiene en gran medida una lista demasiado elevada de personajes que requieren protagonismo, muchos de ellos carentes de carisma, y otros que, por razones de más o menos peso, no pueden gozar de los minutos suficientes, quedando solamente dos o tres cuyo devenir nos importa mínimamente. Esta concatenación de factores hace que nuestro interés por la serie cuelgue de un fino hilo, que después de tantos años no se romperá, aunque cada vez es más costoso de mantener unido.
Mi puntuación: 5/10