Tras la enorme decepción que supuso su antecesora, muy mal tenían que hacerlo para no mejorar lo sufrido con El reino de la calavera de cristal, y parece que perder a Spielberg tras las cámaras le ha servido para ganar autenticidad haciendo uso de una premisa primordial: respetar el material original. Esta vez la aventura se vuelve más "realista", con escenas de acción trepidantes pero sin fantasmadas absurdas, cogiendo elementos de las mejores entregas de la saga aunque simplificándolas, ya sea por un hilo narrativo lineal y fácil de seguir como por una resolución de enigmas muy básico.
Esto hace que resulte divertida y poco exigente, y que se pueda aprovechar mejor a los personajes y su interacción entre ellos, con un Harrison Ford que se limita a hacer lo que su edad le permite, una Phoebe Waller-Bridge comedida aunque tan chisposa como de costumbre y un villano un tanto incongruente pero convincente. Por supuesto las referencias a las anteriores películas son constantes y en la medida justa para no caer en la reiteración, dejándote en el cuerpo con una nostalgia que debería ser la sensación final con la que tendrían que cerrar la franquicia de una vez por todas.
Mi puntuación: 6/10